… y una canción, desesperada

Hace tiempo, un poeta sintió que podía escribir los versos mas tristes y fue maravilloso.
Hoy, mi prosa, tan banal, ¿será solamente triste?
He venido pensando, últimamente, en diferentes temas que me gustaría abordar.
Mientras manejo, en mi auto, por ejemplo, surgen frases que me entusiasman. Pero mis manos ocupadas no las pueden escribir. Y después ya es tarde. Ya pasó. La inspiración se fue.
Aunque esas palabras no tengan nada del otro mundo, me da pena perderlas igual. Porque me hubiese gustado conservar un recuerdo de esos instantes, de esos pensamientos, de mi estado de ánimo actual. Y estoy segura de que escribir sobre ello me habría hecho mucho bien.
Empecé ya varios textos sin lograr terminar ninguno. Hablaban de las sorpresas que nos reserva la vida y enumeraban las ventajas que puede tener la soledad, en medio de anécdotas repletas de magia y de amor… ¡Tantas ideas vinieron y se fueron! Tal vez algunas vuelvan pero ahora ya no están. Mientras que yo sí, aquí, cansada, frente a esta máquina, acompañada por el único ruido de su ventilación.
Dentro de poco la apagaré y, acostada ya, disfrutaré de algunas páginas de un libro apasionante, como lo son todos los de John Irving. Hasta que mis ojos, agotados, se empiecen a cerrar.
Tal vez entonces cante, en sueños, una canción de cuna: buenas noches mi niña, que duermas bien, mañana será otro día, parecido a hoy tal vez, o tal vez no…